En el bar Tercer Mundo. Un despliegue de color, de amigos, de cosa linda como diría un amigo mío. Poeta joven que lee con intensidad y con aceptación de parte de los muchos presentes.
Una pareja que alterna sus lecturas para ofrecernos sus esfuerzos estéticos. Al final un coro, de esos que uno quiere que continuén. Antes mi exposición. Con un público oculto en la oscuridad, mis páginas iluminadas y un silencio compañero. Hablé de Neruda, de sus casas ( Santiago, Isla Negra, Valparaiso). De su poema filial sobre la condición paterna de ser un marinero en tierra. Capturo esta idea para posicionarme.
Hablo de Álvaro Mutis, colombiano. Su personaje El gaviero.
Su relación con la literatura como lo hace también otro personaje, Corto Maltés. Imagino que se encuentran. Imagino que sus miradas vitales se confunden con la poesía de J.D.
Hablo de Santorini, de sus horizontes luminosos, del tiempo que viene de los niños. De la poesía de J.D. y esta misma geografía.
Hablo del miedo en Nicaragua, del miedo narrado poéticamente por el salvadoreño Roque Dalton. Aclaro que las escenas negras que presencié las demoro para otra ocasión.
Hablo del pensar borgeano en el imaginario social argentino.
Hablo del viento imposible de frenar: Penetro de Chile.
Penetro una forma de decir CULTURA.
Digo algunas otras cosas, titubeo en otras,añoro.
En mi exposición en el inicio dejo en claro las limitaciones que me someten:
a. ser sólo lector de poesía.
b. las experiencias y su imposibilidad de ser transferidas.
c. la crisis de la recepción.
d.el asomo de melancolía que el tema me provoca. Ejemplifico
con un cuento del italino Dino Buzzati.
Regreso a Buenos Aires con más amigos. No es poco.
Un primo me dice con ironía: haré la tarea leeré a Jorge Debravo. Fin
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