El surfista y la ola metaforizan al político y la realidad en su propio devenir.
El surfista tiene en cuenta la ola pero no contempla sus futuras dinámicas preocupado y ocupado en su propio acto de surfear.
El político recorre idéntico camino, pensar, acción.
Los gestos culturales que comenzaron a dialogar con un incipiente nuevo actor político instala lentamente una guía de acción.
La democracia ganará en apelaciones directas aún bajo las coordinaciones coyunturales del signo político más opuesto.
Mensajes ( reclamos,demandas ) que se instalan dentro de canales sectoriales que no los representa pero que sí les facilita la voz.
Un movimiento que exige, exigirá un fino discriminar, una limitación en la identificación inmediata del pueblo con los líderes de los discursos.
En suma, un reagrupamiento inédito que habla desde la propia cotidianeidad.
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