Balizando la tv, como dice un amigo mío con nostalgia marina, amarré en las finales de un film abocado a mostrar, una vez más, los mecanismos mafiosos en la sugerente Sicilia.
Un ocasional padrino, dada la corta vida cinematográfica del personaje, murmura en el bajísimo nivel de oralidad siciliana: " hay que utilizar a ese hombre como un limón. Exprimirlo y luego tirarlo".
No es necesario brindar las claves de desciframiento sobre el dicho en el contexto en que se manifiesta y es imaginable, también, que el intermediario objeto de la referencia será utilizado hasta su muerte. Su memoria se perderá y el silencio reinará.
Este amarre ya tradicional me permitió navegar en los mares inútiles del pensamiento literario. La aplicación de la consigna mafiosa ( limón...) sobre y por la crítica literaria nacional sobre los textos del mismo ámbito.
Quien destine algunas horas en este quehacer ( conocer qué se dice desde aquí sobre los libros de acá y sus autores ) descubrirá recurrencias, anclajes, miradas similares, una tradición sólida, un debate academicista vs. el antiacademicismo reiterativo, etc. etc. etc.
¿ Hacia dónde van este topo, estos lugares comunes ?.
¿ Para construir pensando en eliminarnos ?
¿ Cómo romper esta dinámica ?
¿ Qué nueva lectura ? En este punto me detengo: circula un pensamiento en la facultad de filosofía y letras de la UBA, seductor pero muy discutible sobre la importancia de la liturgia de la lectura desmereciendo el contenido. Se abre otro frente de discusión, que amerita darle un tiempo para ver qué grados de consenso logra.
¿ Por el momento sólo inquietarnos, acometiendo aburridas horas de más de lo mismo?.
Generalmente estas situaciones finalizan con nuevos interrogantes que abren mundos.
Estamos demorados y no se ha podido avistar ni siquiera la gaviota que evidencia la proximidad de la costa.
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